Qué más da si quiere o puede ser esa pálida luz que separa con su filo la mirada cuando todo consiste el instante inexorable de su olvido. A quién debe anunciarse la derrota si no hay viudas que lamenten, si ni siquiera hubo nunca motivo, ni guerra, ni saqueos. Qué más da la luz si no hay belleza, si un monótono azar es la única intención posible, si no hay tiempo más allá de este gastado segundo inconmovible.
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Qué más da si quiere o puede ser esa pálida luz que separa con su filo la mirada
cuando todo consiste el instante inexorable de su olvido.
A quién debe anunciarse la derrota si no hay viudas que lamenten,
si ni siquiera hubo nunca motivo, ni guerra, ni saqueos.
Qué más da la luz si no hay belleza,
si un monótono azar es la única intención posible,
si no hay tiempo más allá de este gastado segundo inconmovible.
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